“Multitud de ángeles percibo con los
ojos del alma”
(Teresa de
Ávila)
Teresa de Ávila nace el
28 de marzo de 1515 en España, hija de Alonso y Beatriz. Desde muy niña, Teresa
se ha sentido muy unida a su hermano mayor Rodrigo, con quien comparte lecturas
y travesuras, incluida una breve y estrepitosa huida de casa, aventura que
alarma muchísimo a su familia y que se resuelve sin mayores consecuencias.
Cuando Teresa tiene trece
años, muere su madre y la joven “adopta” a la Virgen como figura materna, por quien desarrollará
enorme devoción a lo largo de su intensa vida.
Cercana a sus 15 años,
Teresa se entretiene leyendo novelas de caballería y llega, incluso, a escribir
ella misma un libro de ese género que nunca ha podido encontrarse.
A los 16 años, Teresa
comienza a sufrir una de sus primeras enfermedades, viéndose obligada a
hospitalizarse y guardar reposo durante algún tiempo. Aprovecha para seguir
aficionándose a la lectura.
En 1534 y 1535,
sucesivamente, Hernando y Rodrigo -hermanos mayores de Teresa- parten para
América.
A los 20 años, Teresa
asume plenamente su vocación religiosa e ingresa en el monasterio carmelita de la Encarnación (36 años
después Teresa llegará a ser la priora de este convento).
A los 23 años de edad,
Teresa enferma de gravedad, superando el percance, aunque siempre con múltiples
dolencias físicas que serán persistentes compañeras de viaje.
A partir de 1562,
infatigablemente, Teresa se dedica a alternar la escritura de su amplia obra con
la fundación de monasterios “Carmelos” en distantes puntos de la geografía
española. La unirá una amistad generosa y un recíproco respeto intelectual con
san Juan de la Cruz
(Teresa y fray Juan escribirán entrañablemente el uno del otro sucesivas páginas
en sus respectivos libros).
En 1580, Teresa vuelve a enfermar
de suma gravedad, pero se niega rotundamente a mantenerse inactiva. Le cuesta
muchísimo desplazarse y escribir. Muere un par de años después -el 4 de
octubre- a la edad de 67 años.